El secuestro y la terrible muerte del médico Pedro Enrique Urueña, el 16 de diciembre de 1975, en el norte salteño, será otra vez objeto de juicio oral en el Tribunal Oral Federal 1 de Salta, que esta vez juzgará a los militares retirados Ernesto Alejandro Repossi y Virtom Modesto Mendíaz, y a los ex comisarios de la Policía de Salta Joaquín Guil y Antonio Saravia.
A casi 50 años de esos hechos, los acusados son ya ancianos mayores de 80 años y todos han sido investigados por otros delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del terrorismo estatal. En este proceso también estaba acusado el ex comisario Roberto Rodolfo Arredes, pero falleció el año pasado.
Urueña fue secuestrado de su casa en la ciudad de Tartagal el 16 de diciembre de 1975, a la 1.30 de la madrugada, por un grupo de tareas comandado por personal del Regimiento de Infantería de Monte 28 de Tartagal, del cual era jefe Repossi. Cinco hombres de civil, pero con armas largas y diciendo que eran policías, llegaron en un Ford Falcon de color claro. Decían que iban a realizar un allanamiento, sin mostrar orden judicial alguna, patearon la puerta y desparramaron amenazas a los gritos. La suegra de Urueña les abrió la puerta, dieron vuelta todo en la casa y se llevaron al médico.
Se estableció que lo condujeron por la ruta nacional 34 hasta el camino que conduce al paraje Balbuena, unos 8 kilómetros al sur de la localidad de General Mosconi, que dista 18 kilómetros de Tartagal. Ahí, unos 500 metros al este de la ruta, lo mataron a tiros y lo sometieron a una explosión. Al día siguiente, partes de su cuerpo destrozado y una cápsula de bala servida calibre 9 milímetros fueron encontrados por el lugareño Benito Lobo, que avisó al oficial subayudante Miguel Ángel Verón, del Destacamento de Coronel Cornejo, pueblo que dista 16 kilómetros de Mosconi, ambos sobre la ruta 34, al sur de Tartagal.
Verón avisó a la Inspección de Zona IV de la Policía de la provincia, con sede en Tartagal, que derivó la inspección a la Comisaría de Mosconi. Una comitiva policial en la que iba el médico legal Juan Carlos Ocampo llegó hasta donde quedaban los restos de Urueña. La explosión solo había dejado la parte inferior del cuerpo, el torso y la cabeza jamás fueron hallados. Increíblemente, tras una inspección rápida del médico, la Policía dispuso que los restos fueron enterrados en ese mismo lugar, sin más trámites para aclarar el hecho.
La fiscalía acusa a Repossi, Mendíaz, Guil y Saravia "por haber ordenado y dispuesto, desde sus respectivas posiciones funcionales, a través del control del aparato organizado de poder del Ejército Argentino y de la Policía de la provincia de Salta, los hechos de privación de libertad y posterior homicidio de Pedro Enrique Urueña", hechos cometidos en el marco del plan sistemático de represión ilegal implementado durante el terrorismo de estado en el país.
El Comando Libertadores En las actas policiales se hizo constar que los restos del cuerpo encontrados tenían "quemaduras y señales de haber sido mutilado por acción de explosivos". En clara exhibición de poder e impunidad, la Policía enterró los restos en el mismo lugar. A pesar de las denuncias de la mujer de Urueña, Nicolasa Ester Tristán, la desaparición del médico y el hallazgo de estos restos parecieron quedar olvidados, hasta que nueve días después, una carta firmada por el Comando Libertadores de América se atribuyó el crimen y aportó los datos del lugar de la ejecución.
Nicolasa había denunciado verbalmente la desaparición de su marido en la Comisaría de Tartagal la misma noche del hecho, 16 de diciembre de 1975, y el 20 de diciembre hizo la denuncia formal. Hasta ese momento ella desconocía el hallazgo de los restos, y en la comisaría nada le dijeron sobre esa circunstancia, a pesar de que sus autoridades estaban anoticiadas desde el 17 de diciembre.
Después del secuestro Tristán recibió llamados telefónicos anónimos en los que le pedían dinero a cambio de información sobre el paradero de Urueña, hasta que el 26 de diciembre, después de que un automóvil Dodge pasara varias casas frente a su vivienda, recibió otro llamado anónimo en el que le informaban que a media cuadra de su casa, había una carta en la que daba cuenta de la suerte que había corrido su marido. Tristán trató de comunicarse sin suerte con la comisaría local y con el Ejército, hasta que finalmente fue atendida en la Gendarmería Nacional, que secuestró la carta. Decía que Urueña había sido ejecutado en el camino a Balbuena “por comunista, leninista, marxista y por alta traición a la patria”. La carta tenía la firma del Comando Libertadores de América, la expresión en la región de la organización terrorista Triple A.
La Policía formó dos sumarios. El primero, N° 117/75, caratulado: “Damnificado: N.N –Sexo Masculino o Sup/Doctor Pedro Urueña”, se inició el 17 de diciembre de 1975, a partir del informe del oficial Verón, fue instruido por la Inspección de Zona IV, y se tramitó en la Comisaría de Mosconi. La fiscalía destacó que en este trámite no se tomaron medidas relevantes para la investigaicón.
El segundo sumario, N° 575/75, “Dependencia Instructora: Comisaría de Tartagal- Damnificado: Doctor Pedro Urueña”, se inició el 20 de diciembre de 1975, y fue instruido por la Comisaría de Tartagal, a partir de la denuncia de Tristán. Tampoco aquí se adoptaron medidas para avanzar en la investigación.
Ambos trámites fueron por separado hasta la aparición del comunicado del Comando, cuando la investigación se unificó y quedó a cargo de la Comisaría de Tartagal. El 27 de diciembre se exhumaron los restos que seguían enterrados en el lugar del hallazgo, y Tristán los reconoció. A pesar de esos avances, la investigación quedó paralizada.
Perseguido por militante La acusación fiscal tuvo en cuenta los operativos previos sufridos por Pedro Urueña. Antes de su secuestro, su domicilio había sido allanado varias veces por el Ejército, la Policía de Salta y Gendarmería. Ya en diciembre de 1974, luego de la caída del gobierno constitucional del también médico Miguel Ragone (él mismo víctima del terrorismo estatal), fue detenido y alojado en el penal de Villa Las Rosas, donde quedó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta marzo de 1975.
Por estos operativos Tristán reconoció a los secuestradores de su marido. "Esto permite relacionar la persecución previa con su secuestro y posterior ejecución sumaria, como parte del accionar de las mismas fuerzas represivas", sostuvo la fiscalía, que también sostiene que esta persecución política "estuvo motivada en la activa militancia que (Urueña) desarrollaba en la Juventud Peronista, y en su reconocida trayectoria política en todo el Noroeste".
Urueña estaba vinculado con personas de reconocida militancia en la zona, todas víctimas de la represión estatal ilegal, Luis Vuistaz, Raúl Benjamín Osores, Nicolasa del Valle Montilla, Jorge René Santillán, entre otros. Montilla y Santillán fueron secuestrados y asesinados "con la misma metodología que la víctima de autos: sus cuerpos aparecieron destruidos por acción de explosivos, en la misma zona próxima a la Ruta Nacional n° 34", hizo notar la fiscalía".
Como médico, Urueña desarrolló una intensa actividad social y sanitaria, fundó centros de asistencia médica en Salvador Mazza, Mosconi, Cornejo y Ballivián. Por esto también era considerado un oponente al régimen de poder que imperaba en Salta desde noviembre de 1974 y que se iba a expresar en el resto del país a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. |