La Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo que pertenece a las Naciones Unidas (ONU) realizó una alerta para todo el planeta, que involucra a la Argentina: advirtió que el nivel global del mar alcanzó un nuevo máximo el año pasado, desde el inicio de la medición altimétrica por satélite en 1993, acelerando su avance en los últimos años producto del cambio climático. E incluyó a Buenos Aires en la lista de grandes ciudades que correrán peligro.
Se estima que 1 de cada 10 habitantes del planeta viven cerca del mar. “Los habitantes de las zonas costeras de países densamente poblados como Bangladesh, China, India, Países Bajos y Pakistán estarán en peligro y podrían sufrir inundaciones catastróficas. También corren peligro las grandes ciudades costeras de todos los continentes, como Bangkok, Buenos Aires, Lagos, Londres, Bombay, Nueva York y Shanghai”, señaló el organismo de las NAciones Unidas.
Desde principios del siglo XX, el nivel medio global del mar aumentó más rápido que en cualquier siglo anterior de los últimos tres mil años, y lo peor de todo es que esa tasa de aumento se está acelerando exponencialmente. Mientras en épocas pasadas crecía apenas tres milímetros al año, el mar subió una media de 20 centímetros desde 1880 hasta la fecha, y podría alcanzar un metro en algunos puntos hacia fin de siglo.
El informe de la ONU El informe fue presentado el pasado martes por el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, durante su visita oficial a Tonga y Samoa: dos de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) del Océano Pacífico que afrontan el riesgo más que probable de desaparecer bajo las aguas. De hecho, la subida del nivel del mar y otros impactos climáticos están castigando con mayor fuerza a estos archipiélagos, obligando a la población de las islas Fidji, Vanuatu y Salomón a trasladarse. El próximo 25 de septiembre, líderes mundiales y expertos se reunirán en la sede de la ONU en Nueva York para debatir sobre la necesidad de acelerar las medidas para hacer frente a la amenaza.
Para Guterres, “es una situación de locos. La suba del nivel del mar es una crisis enteramente provocada por la humanidad que pronto alcanzará una escala casi inimaginable, sin ningún bote salvavidas que nos ponga a salvo”,
Los científicos establecieron la vinculación directa entre el aumento del nivel del mar y el cambio climático. Según la OMM, los océanos han absorbido más del 90% del calor excesivo acumulado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), un 85% de las cuales se debe a la quema de combustibles fósiles. Como consecuencia, el agua caliente aumenta de volumen («expansión térmica»), y junto al deshielo de las regiones polares y los glaciares, provocan la subida del nivel del mar.
Un mar recalentado Según los datos del informe presentado por la ONU la tasa de aumento del nivel del mar fue de 0,13 cm por año entre 1901 y 1971, aumentando a 0,19 cm por año entre 1971 y 2006. Desde ese momento el ritmo empezó a acelerarse hasta alcanzar los 0,48 cm por año entre 2014–2023: más del doble que la década anterior (0,21 cm).
El aumento del nivel del mar no se produce de manera uniforme, acá influyen los patrones de circulación oceánica, como la corriente del Golfo. Entre las más afectadas destacan las zonas costeras de baja elevación (LECZ, por sus siglas en inglés: Low Elevation Coastal Zones), que comprenden áreas continentales e insulares ubicadas a menos de diez metros sobre el nivel medio del mar.
Ellas se reparten en todos los continentes, desde pequeños archipiélagos en el océano hasta grandes áreas metropolitanas costeras, como Buenos Aires, citada en el informe.
De hecho, gran parte de la población mundial, de las actividades económicas, de las mayores infraestructuras, de los parques nacionales y los sitios que forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO se concentran en estas LECZ.
Actualmente los países y las metrópolis ubicadas junto al mar, a escasos metros de elevación, representan el 14% del PIB mundial y albergan a casi el 15% de la población mundial, una cifra que seguirá aumentando hacia mitad de siglo.
Buenos Aires, Londres, Los Ángeles, Miami, Río de Janeiro, Nueva York, Tokio, Bangladesh, China, India, Países Bajos, Pakistán, estarán en peligro y podrían sufrir «inundaciones catastróficas», que afecten no solo el medio físico, sino también el aspecto económico, social y cultural de las naciones más vulnerables.
«Las inundaciones de agua salada pueden dañar los hábitats costeros, incluidos los arrecifes de coral y las poblaciones de peces, las tierras agrícolas, así como las infraestructuras, incluidas las viviendas, y pueden afectar la capacidad de las comunidades costeras para mantener sus medios de vida –alertó la ONU–. Las inundaciones pueden contaminar los suministros de agua dulce, fomentar enfermedades transmitidas por el agua que amenazan la salud de las personas y provocar estrés y problemas de salud mental».
Al mismo tiempo, los ingresos del turismo, un motor económico clave sobre todo en muchos pequeños Estados insulares en desarrollo pueden resentirse al dañarse playas, centros turísticos y otras atracciones turísticas como los arrecifes de coral: «La combinación de estos factores puede obligar a las personas a abandonar sus hogares, trasladarse a terrenos más elevados o, en última instancia, emigrar, lo que a su vez trastorna las economías, los medios de subsistencia y las comunidades».
Las consecuencias previstas van desde los destrozos de la infraestructura hasta cultivos arruinados, como el arroz, o el desplazamiento de poblaciones o animales como los peces. En un país que hoy vive sin obra pública, como la Argentina, las alarmas pueden terminar en resultados devastadores. |